Ya sé que parece que la lluvia, cuando se acompaña con música tiene otro sabor. No es el caso.

En este caso significa que la lluvia me tiene atrapado, leyendo cosas de Chopin.

Siempre hay alguien con vocación revisionista que le gusta revolver el pasado de alguien, para buscarle el lado trágico.

Resulta que ahora se dice que Chopin no era un genio sino que era un niño, un hombre que nunca maduró.

Si bien se admite que lo trataban de forma especial por su virtuosismo con el piano –a mi me parece extraño que siendo virtuoso desde niño, pueda decir que no era un genio-, para él el piano era un juguete que le agradaba. Su juguete favorito.

El padre de Chopin escribía la música que el niño no sabía escribir, que sólo interpretaba.

Con ese aliento, a los 7 años escribió la Polonesa. Si eso no es genialidad, no sé qué pueda serlo.

Pero la gente siempre quiere descalificar aquello a lo que no puede llegar, y entonces le agregan características desagradables a la biografías de los genios, ahora dicen que era mal estudiante, Einstein también lo fue, incluso lo terminaron echando del colegio, también dice que Chopin era rebelde y que presentaba cierta incapacidad.

Sólo porque no quería estudiar otra cosa que no fuera la música.

Como si no fuera normal no querer estudiar, es la situación de casi todos los niños y jóvenes del planeta.

Esto me recuerda que casi todos los genios, en la infancia, estuvieron rodeados de actitudes extrañas y casi todos extravagantes.

De Dalí se sabía que volvió loco a su padre co caprichos extremos, y estuvo casi a punto de arriesgarse a no entrar a la academia de dibujo por su comportamiento despótico.

Chopin no escapó a la regla, una infancia incontrolable, rodeado de referenciación por parte de los mayores, en un niño muy capacitado en asuntos de la música pero inmaduro en conducta, sentimientos y afectos, es un coctel que ya se sabe en qué resulta.

Sin infancia, ni amigos de la misma edad, o juegos infantiles siquiera, ahogado por un talento que estaba obligado a ejercer para solaz de los adultos, no es de extrañar que hay sido enfermizo, caprichoso, inmaduro.

Se lo describía como tímido, dulce y muy educado, lo cual era un imán para las mujeres, se dice que despertaba afecto y ternura instantáneamente.

A los 19 años, con su primer concierto en Viena, se convirtió prácticamente en un héroe nacional.

En Viena, la capital de la música, para el niño debió ser como haber conquistado el mundo con un piano.

La melancolía de su carácter parecía consustanciado con su música, lo cual lo hizo sobresalir en una época en la que lo trágico era soportado por Wagner y Goethe, Chopin era diferente, era sentimientos, dejaba de lado la razón y la disciplina.

 

De sus amores, ya se ha dicho de todo. Pero el que pasó a la historia, fue George Sand.

Aurore Dupin de Dudevant, debe ser verdad que los opuestos se atraen.

Chopón, con características femeninas, y Sand con las masculinas, parece encajar.

Y encajaron, fuero la pareja de la época.

Sobrevivió la leyenda.

El dejándose amar, ella amando por los dos. Así se dice. Lo dijo ella, que lo definió como: Hipersensible y totalmente inútil para los asuntos cotidianos.

Si mal no recuerdo, Gala, decía lo mismo de Dalí, es interesante el paralelo de estos dos artistas, ambos por diferentes razones, tuvieron experiencias parecidas.

Chopin y Sand, terminaron separándose, razones de índole domésticas por desavenencias con los hijos de la Sand.

Debió ser fuerte para esos niños con una madre tan fuerte, ver cómo soportaba a Chopin quien estaba acostumbrado a dejarse amar sin ofrecer nada a cambio más que su arte.

Así lo criaron y así vivió hasta su muerte por tuberculosis, cuidado por su hermana mayor, y mantenido por una admiradora que proveía dinero.